En este momento estás viendo La primera víctima del estrés: el intestino
La primera víctima del estrés: el intestino

Todos lo conocemos, justo antes de un examen, cuando el jefe te cita o cuando estás peleado con tu pareja, te da acidez, dolores de estómago o incluso tu estómago se afloja.

Por lo general, tu intestino trabaja independientemente del cerebro. Sabe qué debe hacer, sin tener que consultarlo. Hasta detecta cuando has ingerido algo dañado o tóxico e induce inmediatamente la evacuación, sea con la sensación de náuseas y causando vómito o en forma de diarrea.

Este sistema es muy rudimentario y tiene cómo propósito asegurar nuestra supervivencia. Por lo general, después del almuerzo nos da sueño y el estómago empieza a trabajar tranquilamente. Pero cuando existe alguna amenaza externa, se paraliza la digestión y se activa el sistema simpático comandado por el cerebro. Este sistema prepara a nuestro cuerpo para huir o luchar; acelera la respiración, tensa los músculos e inhibe la actividad digestiva. Cuando se trata de una situación de vida o muerte, tu sangre es necesitada con más urgencia en otras partes de tu cuerpo.

Este mismo efecto amenazante también tienen malas noticias, peleas con familiares, preocupaciones económicas o temores que surgen en nosotros antes de dar un examen o en general de cualquier situación que percibimos como amenazantes (consciente o inconscientemente). En 1950  Thomas Almy examinó cómo reaccionan los intestinos de sus estudiantes durante una endoscopia. Al dar a los examinados la noticia falsa de que había detectado un tumor, estos se asustaron e inmediatamente se activó su sistema automático de supervivencia y su intestino fue afectado.

La parte positiva de esto es que este mecanismo es pasajero y después de cierto tiempo se relaja tu sistema de supervivencia. Aunque en la actualidad, al encontrarnos bajo estrés diariamente y pensar constantemente en nuestras preocupaciones, nuestro estómago e intestino no tienen momento para relajarse y realizar su trabajo de una forma normal, sin estar en estado de alerta, por lo cual, pueden resultar gravemente afectados a largo plazo. Entre algunas de las consecuencias podemos mostrar gastritis, acidez, síndrome del intestino irritable o estreñimiento, entre otros.A esto se suma, qué personas estresadas y/o con muchas preocupaciones prestan mucha atención a dolores fisiológicos, especialmente a dolores estomacales o intestinales. Al percibir alguna sensación extraña «en su interior, aumenta su preocupación, lo que consecuentemente genera en su cerebro (en el sistema límbico) la sensación de temor y de peligro, lo que estresa aún más al intestino. Este proceso se califica como espiral de catastrofización». A estos resultados llegó el equipo de Gabriele Moser, directora de la sección de gastroenterología psicosomática de la Universidad de Viena.

La gastroenteróloga Susan Levenstein demuestra que también un cambio de las costumbres alimenticias por estrés influye en la afectación de la mucosa gástrica: Personas estresadas tienden a fumar con más frecuencia, comen en horarios irregulares, consumen alimentos rápidos o prefabricados e ingieren con mayor frecuencia analgésicos. Esto conlleva a la irritación del estómago y a una disminución de procesos curativos internos.

¿Cómo puedes ayudar a tu intestino?

  • Reconoce tu conducta y pensamientos catastrofizadores.
  • Desarrolla una rutina de pequeñas pausas en tu vida diaria.
  • Concientiza tu respiración y tomate mínimo 3 veces al día 1 minuto para respirar conscientemente pensando en algo que te haga feliz.
  •  Acepta las señales de tu cuerpo (acidez, retortijones) sin calificarlos como “malos”, entiende que podrían querer decirte algo.
  • Si sientes que tus dolores/molestias te estresan, respira tranquilamente. Sé paciente con tu cuerpo. Reconoce que no es algo amenazante.
  • Mímate con una bolsa de agua caliente, un té o un pequeño paseo cerca de tu casa.
  • En terapia puedes trabajar la percepción de tu cuerpo y la interpretación de sus señales.
  • Cuida tu alimentación: evita comida grasa, cigarrillos y alcohol.
  • Evita comidas abundantes antes de situaciones de tensión.

Si tienes preguntas o quieres saber más a detalle cómo puedes ayudar a tu intestino, no dudes en contactarnos.